Frustration tolerance differences among Baby Boomers, Generation X and Millennials

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Original

Diferencias en tolerancia a la frustración entre Baby Boomers, Generación X y Millennials

Mónica Teresa González-Ramírez, René Landero-Hernández

Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México

INFORMACIÓN DEL ARTÍCULO


Recibido el 27 de junio de 2020
Aceptado el 5 de octubre de 2020
Online el 24 de septiembre de 2021

 

RESUMEN


Introducción y objetivos

La sociedad actual se compone de cinco generaciones con características culturales diferenciales, que llevan al supuesto de diferencia en la tolerancia a la frustración entre ellas. La tolerancia a la frustración es un concepto esencial en el modelo cognitivo-conductual. El objetivo de la presente investigación fue comparar la tolerancia a la frustración entre tres de las generaciones: Baby Boomer, X y Millennials.

Material y métodos

Participaron 909 personas,192 pertenecientes la generación Baby Boomers, 310 de la generación X y 407 Millennials. Se utilizó la Escala de Tolerancia a la frustración (ETAF) que se compone de 4 dimensiones: personal, social, laboral y familiar.

Resultados

La correlación entre edad y tolerancia a la frustración es débil, aunque significativa, lo que se atribuye al tamaño de muestra (rs = .132; p = .001). Las correlaciones entre edad y tolerancia a la frustración dentro de cada grupo generacional, no fueron significativas.

La prueba Kruskal-Wallis indicó diferencia significativa en tolerancia a la frustración entre los tres grupos. Con la prueba U de Mann Whitney se identificó equivalencia entre la Generación X y Millennials.

Se encontró equivalencia de las tres generaciones en la dimensión familiar. La generación Baby Boomers presenta diferencias significativas con las otras dos generaciones en el resto de las dimensiones, mientras que Millennials y Generación X solo presentan diferencias en la dimensión laboral.

Conclusiones

La generación Baby Boomers muestra la mayor tolerancia a la frustración y la generación Millennials la menor tolerancia a la frustración especialmente en la dimensión laboral.

PALABRAS CLAVE


Tolerancia a la frustración
Baby Boomers
Generación X
Millennials

Frustration tolerance differences among Baby Boomers, Generation X and Millennials

ABSTRACT


Introduction and objectives

Modern society consists of five generations with differential cultural characteristics, which lead to the assumption of differences in frustration tolerance among them. Frustration tolerance is an essential concept in cognitive-behavioral model. The objective of this research was to compare frustration tolerance among three generations: Baby Boomer, X and Millennials.

Material and methods

Participated 909 people; 192 belonging to Baby Boomers generation, 310 to X generation and 407 were Millennials. The Frustration Tolerance Scale was used, it has 4 dimensions: personal, social, labor and family. Scores were not normally distributed, thus nonparametric tests were used.

Results

The correlation between age and frustration tolerance is weak, although significant, which is attributed to the sample size (rs = .132; p = .001). The correlations between age and frustration tolerance in each generational group were not significant.

The Kruskal-Wallis test showed a significant difference among three generation when frustration tolerance was compared. Using Mann-Whitney U test an equivalence between Generation X and Millennials was identified.

Equivalence of the three generations was found in the family dimension. Significant differences between Baby Boomers generation and each other generation were found in labor, social and personal dimensions. Millennials and Generation X only showed differences in the labor dimension.

Conclusions

The Baby Boomers generation shows the highest frustration tolerance and Millennials generation the least frustration tolerance, especially in the labor dimension.

KEYWORDS


Frustration tolerance
Baby Boomers
Generation X
Millennials

 

Introducción


La tolerancia a la frustración, desde el modelo Cognitivo Conductual, se refiere a un estado emocional y conductual positivo del organismo, que refleja la capacidad de espera, paciencia y calma, con actitud reflexiva, frente a una situación en la que un deseo, proyecto, ilusión o necesidad no se satisface o no se cumple. Estas situaciones pueden ser percibidas como incómodas o desmotivantes, pero cuando la persona las considera como un proceso de aprendizaje se habla de tolerancia a la frustración (Hidalgo & Soclle, 2011).

El comportamiento relacionado con la tolerancia a la frustración consiste en mantener la respuesta ante una situación, aunque haya ausencia de refuerzos (Moreno et al., 2000). Desde el modelo Cognitivo Conductual, la tolerancia a la frustración presenta cuatro dimensiones: personal, laboral, social y familiar (Hidalgo & Soclle, 2011).

La tolerancia a la frustración es un concepto fundamental para la terapia racional emotivo conductual, cuya práctica sugiere que las creencias de intolerancia o falta de tolerancia a la frustración, son más difíciles de reconocer y cambiar, en comparación con otras creencias como las de autoestima (Harrington, 2011).

Harrington (2011) indica que la tolerancia no es renunciar o aceptar pasivamente los eventos, sino que implica que puede que no nos guste una situación y queramos cambiarla, pero para lograr nuestros objetivos a menudo tenemos que tolerar la frustración y la incomodidad, al menos a corto plazo. También debemos aceptar que algunas cosas son inmutables, o que requieren considerable tiempo y esfuerzo para cambiar (Harrington, 2011).

Psyrdellis y Justel (2017) señalan que la frustración implica procesos de aprendizaje y memoria, por lo que se esperaría que, si se genera un aprendizaje de las situaciones de frustracio´n, la persona lograra´ enfrentar de manera ma´s eficaz situaciones semejantes en el futuro. Por lo anterior, parece razonable creer que a mayor edad, las personas tuvieran mayor tolerancia a la frustración; sin embargo, solo se encontraron estudios que evalúan la correlación entre edad y tolerancia a la frustración en personas con un limitado rango de edad; por ejemplo Sorrenti et al. (2015) reportaron correlación negativa entre edad e intolerancia a la frustración en universitarios; Begoña et al. (2018) evaluaron jóvenes de 17 a 19 años y de 14 a 16 años, encontrando equivalencia en intolerancia a la frustración en ambos grupos; Medrano et al. (2018) evaluando adultos jóvenes, reportaron correlación positiva entre edad y tolerancia a la frustración y enfatizan la falta de antecedentes específicos sobre la relación entre edad y la tolerancia a la frustración. Es así que resulta novedoso y relevante el tema; y más allá de evaluar exclusivamente la correlación entre tolerancia a la frustración y edad, se considera en este estudio que las puntuaciones de tolerancia a la frustración pueden diferir en cada grupo generacional.

Se han descrito características diferenciales para cada una de las cinco generaciones que, según Díaz et al. (2017), componen actualmente nuestra sociedad, las cuales son: (1) Tradicionalistas, generación silenciosa o swingers, (2) Baby Boomers, (3) generacio´n X, (4) generación Y o Millennials y (5) IGen, generación Z o Centennials.

Esta clasificación es transversal en todo el mundo, aunque la fecha exacta y características de cada generación pueden variar según la ubicación geográfica (Díaz et al., 2017). Por lo cual, para el presente estudio, con muestra mexicana, se consideró la propuesta de Amaya y Prado (2008) para clasificar a las generaciones con base en los siguientes años de nacimiento: generación Tradicionalista, nacidos antes de 1951; generación Baby Boomers, nacidos entre 1951 y 1970; generación X, nacidos entre 1971 y 1985; Millennials, nacidos entre 1986 y 2005; y Centennials, nacidos a partir de 2006.

Las características de cada generación han sido ampliamente descritas. La generación Baby Boomer debe su nombre a que cuando los hombres regresaron de la Segunda Guerra Mundial, se produjo un gran aumento en las tasas de natalidad, creando así un baby boom (Smith & Nichols, 2015), aunque esta explosión demográfica puede variar, incluso por décadas, en cada zona geográfica, se mantiene el nombre de la generación en todo el mundo, con leves variaciones en los años que se considera inicia y termina. Los pertenecientes a esta generación vivieron en la época de los nuevos grupos sociales como los hippies que rechazaban valores culturales y reglas, les gusta trabajar en equipo, su mejor motivación es saber cómo pueden conseguir sus metas (Amaya & Prado, 2008). Esta generación no creció dependiendo de la tecnología y se crió en una época económica próspera (Smith & Nichols, 2015).

La Generación X fue la primera generación que al regresar a casa de la escuela no encontraba a sus padres, porque ambos se encontraban trabajando (Smith & Nichols, 2015), lo que permitió que desarrollaran la habilidad de formarse como personas autónomas e innovadoras (Amaya & Prado, 2008). Buscan el beneficio propio en lo que hacen, no les gusta que se les marquen sus errores, tampoco les gusta acatar órdenes (Amaya & Prado, 2008). Crecieron en una economía pobre, donde es común el divorcio y el alto nivel de crimen (Smith & Nichols, 2015). Se considera caracterizada por el cinismo, la angustia y la rebelión que se refleja en su música que consiste en punk rock, grunge y heavy metal (Kramer & Shoham, 2019). Además, buscan el balance entre lo personal y lo laboral (Penagos, 2018) y son profesionistas maduros, bien preparados y responsables (Díaz et al., 2017).

Los Millennials crecieron en la era digital, influenciada por las computadoras y con mayor aceptación de familias no tradicionales (Smith & Nichols, 2015). Son apegados a la tecnología, siempre están estresados, ocupados, no les gusta recibir órdenes y requieren retroalimentación constante (Amaya & Prado, 2008). Se consideran emprendedores, optimistas, multitareas, ambiciosos, hiperconectados, de mente abierta, narcisistas, materialistas, egocéntricos (Cifuentes, 2010). Tienden a ser idealistas, buscadores de cambios y centrados en la tecnología (Kramer & Shoham, 2019).

Como se explica posteriormente en el apartado de método, se excluyeron del estudio las generaciones Tradicionalista y Centennials debido a los criterios de inclusión; es así que para una descripción de las características de estas generaciones, se remite al lector a los trabajos de Amaya y Prado (2008), Cifuentes (2010) y Pérez-Escoda et al. (2016).

Retomando que la tolerancia a la frustración es considerada como una variable importante para el modelo cognitivo conductual y la terapia racional emotiva; evaluar las diferencias en las diferentes generaciones ayudará a tener una mejor comprensión de la variable y facilitar los procesos terapéuticos, ya que la falta de tolerancia a la frustración presenta un gran desafío en terapia debido a que, quienes la presentan culpan al mundo y a otras personas de las situaciones que viven, y presentan la creencia de que los demás deben cambiar y no ellos mismos (Harrington, 2011). Asimismo, cabe mencionar que Psyrdellis y Justel (2017) indican que el estudio de la frustración es de gran relevancia para la ciencia básica y aplicada; Antunes (2020) considera importante que se retome la investigación sobre la tolerancia a la frustración, ya que son escasos los estudios al respecto. Considerando lo anterior, el objetivo del presente estudio fue comparar los niveles de tolerancia a la frustración entre las generaciones Baby Boomers, X y Millennials.

MÉTODO


Participantes

Se incluyeron en el estudio personas pertenecientes a las generaciones Baby Boomers, X y Millennials. La razón de excluir las generaciones Tradicionalista y Centennials fue por las edades actuales de los pertenecientes a dichas generaciones. Por experiencia en investigaciones previas de los autores, lograr la participación de personas mayores a 70 años de edad es complicado, así, se pronosticó que, en el caso de la generación Tradicionalista, el rango de edad de los participantes sería muy corto, pronóstico que se puede confirmar al observar que el grupo más pequeño de esta investigación fue el que corresponde a la generación Baby Boomers. En el caso de la generación Centennials, no cumplían con el requisito de ser mayores de edad y al ser una encuesta distribuida en redes sociales se dificultaba obtener la autorización de padres o tutores para la participación de los jóvenes en el estudio.

Participaron en el estudio 909 personas; 192 pertenecientes la generación Baby Boomers, 310 de la generación X y 407 Millennials. Las características de la muestra se detallan en el apartado de resultados, en la tabla 1, para clasificar a los participantes en cada generación se les preguntó su edad y año de nacimiento. La encuesta fue realizada a través de SurveyMonkey.com y difundida a través de las redes sociales de los investigadores involucrados en la investigación, asimismo se solicitó a estudiantes de la Universidad donde laboran los investigadores que compartieran en sus redes sociales la encuesta y al final de cada cuestionario se solicitaba a quien había respondido que compartiera el cuestionario en sus redes sociales. Así, se siguió el método de muestreo bola de nieve o guiado por el participante, pidiendo a los participantes que solicitaran a familiares y amigos que también respondieran y teniendo como requisitos identificarse como mexicano, residir en México y ser mayor de edad. Se descartaron las encuestas que no llegaron a la última pregunta.

El reclutamiento de participantes se interrumpió después de dos semanas de no obtener más respuestas de la generación Baby Boomers, sin lograr igualdad en tamaño entre las tres generaciones y entre sexos.

Instrumentos de evaluación

Se utilizó la Escala de Tolerancia a la frustración (ETAF) creada por Hidalgo y Soclle (2011), la cual se basa en el modelo cognitivo conductual. Se compone de 28 ítems divididos en 4 dimensiones: (1) personal (ítems 1 a 8), que evalúa la constancia al iniciar actividades y la forma de reaccionar ante situaciones que retan la auto-confianza, un ejemplo de ítem de la dimensión personal es: Cuando realizo una actividad sin lograr lo esperado, aun así siento la satisfacción de haberlo intentado, (2) social (ítems 16 a 21), evalúa la capacidad de analizar las relaciones sociales, la forma de reaccionar frente a situaciones que generan molestias y la habilidad de controlar impulsos cuando hay diferencia de opiniones, un ejemplo de ítem de la dimensión social es: Generalmente reacciono con tranquilidad ante las diferencias que tengo con mis amigos, (3) laboral (ítems 9 a 15), evalúa la habilidad para manejar la frustración frente a eventos de competitividad laboral entre compañeros y eventos desvalorizántes de parte de compañeros o superiores, un ejemplo de ítem en esta dimensión es: A pesar de tener resultados adversos en mis actividades de trabajo o estudio, siento satisfacción si he dado lo mejor de mí, y (4) familiar (ítems 22 a 28) que evalúa la frustración ante el papel que se juega en el grupo familiar, si lo ejercen con responsabilidad y acatando las normas establecidas, un ejemplo de ítem en esta dimensión es: Realizo las actividades de casa con responsabilidad y disfruto hacerlas. Para una descripción mas detallada se remite al lector al manual de Hidalgo y Soclle (2011). La escala se diseñó con 3 opciones de respuesta tipo Likert (siempre = 3, a veces = 2 y nunca = 1), los ítems 6 y 9 son inversos. Para la presente investigación, con el propósito de evitar que los participantes seleccionaran la opción intermedia y ayudar a la discriminación, se agregó una opción de respuesta, quedando de la siguiente manera: siempre = 3, frecuente = 2, pocas veces = 1 y nunca = 0. La puntuación total máxima es de 84. La validez de constructo fue evaluada por Hidalgo y Soclle (2011) mediante el método de análisis de sub-test, y reportan correlaciones fuertes y significativas. Asimismo, la ETAF cuenta con adecuada validez de contenido, al ser un instrumento enmarcado en el modelo cognitivo-conductual. La confiabilidad reportada por Hidalgo y Soclle (2011) fue un alfa de .77. Con la muestra del presente estudio, el alfa total fue de .89 y para las dimensiones fue de .83 en personal, en social .74, en laboral .63 y .73 en familiar.

Análisis estadístico

Para analizar la consistencia interna se estimó el alfa de Cronbach; el ajuste a la normalidad se evaluó mediante la prueba Kolmogorov-Smirnov (Z = 0.051; p= .001), encontrando que los puntajes de tolerancia a la frustración no se ajustaban a la normalidad, lo mismo que sus subescalas (p = .001), tanto al analizar la muestra completa como al realizar el análisis por cada grupo generacional; por lo que se utilizaron pruebas no paramétricas. Para el análisis de correlación se utilizó el coeficiente de correlación de Spearman, para las diferencias de grupos Kruskal-Wallis y U de Mann Whitney. Todos los análisis se realizaron con el IBM SPSS 24.0.

Aspectos éticos

La presente investigación fue evaluada y aprobada en sus aspectos éticos y metodológicos por investigadores del Cuerpo Académico en Psicología Social y de la Salud de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Todos los datos que pudieran identificar a los participantes se trataron de forma confidencial. Al inicio de la encuesta se describía detalladamente el propósito de la investigación, garantizando la confidencialidad de datos que pudieran identificarle, indicando que los datos se tratarían de forma grupal. Posteriormente se pedía a los participantes que, en caso de estar de acuerdo con participar, continuaran respondiendo, de lo contrario que cerraran su navegador, esto se tomó como consentimiento de su participación, no se utilizó otro formato de consentimiento informado. En la encuesta no se solicitó el nombre, solamente las características que se describen en la tabla 1: edad, sexo, estado civil. La pregunta sobre el país de nacimiento y de residencia se tomó como criterio de inclusión. La participación fue voluntaria y la investigación se apegó a los estándares éticos de la disciplina.

RESULTADOS


Como primer análisis se realizó la descripción de la muestra, la cual se presenta en la Tabla 1, donde puede observarse una mayor participación de mujeres. Se analizó la correlación entre edad y tolerancia a la frustración considerando la muestra total (n = 909) esta correlación es débil, la significancia se atribuye al tamaño de muestra (rs = .132; p = .001). Las correlaciones en cada grupo generacional, entre edad y tolerancia a la frustración, no resultaron significativas (Baby Boomers: rs = .068, p = .345; Generación X: rs = -.057, p = .319; Millennials: rs = .005, p =.918).

Tabla 1

Tabla - 1

La comparación de los puntajes de tolerancia a la frustración, entre los grupos generacionales se presenta en la tabla 2. Considerando la media, puede observarse que la generación Millennials es la que presenta menor tolerancia a la frustración con diferencia significativa entre los tres grupos, por lo que se procedió a analizar las diferencias entre los tres grupos generacionales, con la prueba U de Mann Whitney, para identificar si había puntajes equivalentes entre generaciones (Tabla 3), encontrando equivalencia entre los niveles de tolerancia la frustración entre Generación X y Millennials.

Tabla 2

Tabla - 2

Tabla 3

Tabla - 3

Además, se analizaron las subescalas de tolerancia a la frustración, en la tabla 4 se presentan las medidas de tendencia central para cada subescala por grupo generacional y los resultados de la prueba Kruskal-Wallis, que indican diferencias significativas en las dimensiones personal, laboral y social, más no en la dimensión familiar.

Tabla 4

Tabla - 4

Al realizar las comparaciones específicas, se confirma que en la dimensión familiar los tres grupos generacionales reportaron puntajes equivalentes (Tabla 5). La generación Baby Boomers presenta diferencias significativas con las otras dos generaciones en el resto de las dimensiones, mientras que Millennials y Generación X solo presentan diferencias en la dimensión laboral, y puntajes equivalentes en las dimensiones personal, social y, como se mencionó antes, también en la dimensión familiar.

En todas las dimensiones, la generación Baby Boomer presenta los puntajes más altos de tolerancia a la frustración y en la dimensión laboral, la generación Millennials reportó los puntajes más bajos de tolerancia a la frustración.

Tabla 5

Tabla - 5

Por último, se comparó el puntaje de tolerancia a la frustración entre hombres y mujeres. Con la muestra total se encontró diferencia significativa (Z = -3.797; p = .001), con puntaje mayor en los hombres. Al dividir por grupos generacionales, hombres y mujeres de la generación Baby Boomers presentaron puntajes equivalentes en tolerancia a la frustración y todas sus dimensiones (p > .05). Los hombres de la generación X presentaron mayor tolerancia a la frustración total, personal y social, que las mujeres (p < .05); mientras que los hombres de la generación Millennials mostraron puntajes mayores en tolerancia a la frustración total, personal y laboral que las mujeres (p < .01). Los puntajes de tolerancia a la frustración laboral y familiar fueron equivalentes entre hombres y mujeres de la generación X; mientras que para la generación Millennials fueron equivalentes las dimensiones social y familiar entre hombres y mujeres (Tabla 2).

DISCUSIÓN


El propósito del estudio fue comparar los niveles de tolerancia a la frustración entre las generaciones Baby Boomers, X y Millennials. El principal resultado indica que la generación Millennials presentó la menor puntuación en tolerancia a la frustración, al considerar las medias; aunque la mediana es igual entre la generación X y Millennials, además, estos grupos generacionales fueron estadísticamente equivalentes en la puntuación total de la escala.

Al comparar por dimensiones, la generación Baby Boomers muestra la mayor tolerancia a la frustración en cada una, y las generaciones X y Millennials fueron equivalentes en todas las dimensiones, con excepción de la dimensión laboral, en la que los Millennials presentaron la más baja tolerancia a la frustración.

Estos resultados son relevantes ya que se ha encontrado correlación positiva entre tolerancia a la frustración y satisfacción con el trabajo, al menos entre profesores de universidad (Musheer & Sharma, 2018). Asimismo, en la actualidad la fuerza laboral se compone en gran parte por esta generación. Madrigal-Moreno et al. (2020) indica que los Millennials actualmente ocupan un espacio valioso en las empresas mexicanas. Agrega que esta generación necesita un equilibrio entre la vida personal y profesional y un ambiente confortable, requieren un horario de trabajo flexible y también les molesta quedarse tiempo adicional del horario de trabajo establecido, además necesitan una amplia variedad de tareas y se aburren rápidamente en ausencia de diversidad, nuevas personas, desafíos y oportunidades. Lo anterior podría constituir una posible explicación al hecho de que en este estudio se haya evidenciado una menor tolerancia a la frustración a nivel laboral en la generación Millennials.

Al evaluar la correlación entre edad y tolerancia a la frustración, dentro de cada grupo generacional, se encontraron relaciones no significativas, esto coincide con los hallazgos de Begoña et al. (2018), quienes reportaron equivalencia en intolerancia a la frustración entre jóvenes de 17 a 19 años y jóvenes de 14 a 16 años; aunque estos mismos autores citan estudios que indican que a mayor edad, mayor tolerancia a la frustración. Mientras que Sorrenti et al. (2015) reportan correlación entre edad y tolerancia a la frustración en universitarios y, Medrano et al. (2018) en una muestra con edad promedio de 29.4 años (D.E. = 11.6) encontraron que a mayor edad mejor tolerancia a la frustración y señalan la falta de antecedentes específicos sobre la relación entre edad y la tolerancia a la frustración. Esta falta de consistencia entre resultados de diferentes estudios indica la necesidad de continuar las investigaciones en torno al tema.

No se encontraron estudios que evaluaran la relación entre la tolerancia a la frustración y la edad en muestras de amplio rango de edad, es así que los resultados de las pruebas de correlación apoyan la idea de que la diferencia puede atribuirse a las características de la generación y que, como se indicó previamente, es complicado modificar las creencias de intolerancia a la frustración (Harrington, 2011), proceso que aunque implica un aprendizaje (Psyrdellis & Justel, 2017), no es suficiente la edad o las experiencias propias de la edad, para incrementar la tolerancia.

Los resultados de la comparación de puntajes entre hombres y mujeres coinciden con los resultados de Sorrenti et al. (2015) y Wang (2020), quienes también encontraron puntajes mayores de tolerancia a la frustración en hombres, ambos estudios evaluaron estudiantes. No se encontraron estudios que realizaran esta comparación incluyendo personas con edad correspondiente a la generación Baby Boomers, grupo generacional en el que se evidenció la equivalencia en tolerancia a la frustración entre hombres y mujeres.

Harrington (2011) indica que, si la felicidad está en función de alcanzar objetivos valiosos, desafiar las creencias de intolerancia a la frustración contribuirá a alcanzar los objetivos y por lo tanto a la felicidad a largo plazo; en lugar de enfocarse en la gratificación inmediata, lo cual parece ser una característica de las generaciones más jóvenes.

Los hallazgos del presente estudio sugieren la necesidad de buscar estrategias educativas y terapéuticas que ayuden, sobre todo a las generaciones más jóvenes, a incrementar la tolerancia a la frustración, especialmente en el ámbito laboral, acorde con las características propias de cada grupo generacional. Estas estrategias se pueden llevar a cabo desde el hogar, con la educación hacia los hijos, modificando los estilos de crianza que predominan actualmente, los cuales implican la falta de límites para los deseos personales junto con una intolerancia a la realización de dichos deseos (Calvete & Estévez, 2009). Actualmente, es común que los padres protejan a sus hijos del malestar, siendo más permisivos y menos firmes, evitando que los hijos tengan contacto con las frustraciones lo que puede dificultar el aprendizaje de la tolerancia a la frustración (Antunes, 2020).

Es por lo anterior que ser requiere continuar con las investigaciones en torno a la tolerancia a la frustración, considerando edad, sexo y grupos generacionales; además de otras variables que se ha demostrado están asociadas a la frustración, tales como ansiedad, estrés (Psyrdellis & Justel, 2017), agresividad (Medrano et al., 2019), falta de empatía, de habilidades sociales y de asertividad (Dos Santos & Benevides, 2014). También se ha documentado que personalidades proactivas tendrían mayor tolerancia a la frustración y personas con depresión menor tolerancia (Psyrdellis & Justel, 2017); la relación con depresión la confirma Jibeen (2013), quien encontró también correlaciones con ansiedad, hostilidad y creencias irracionales en estudiantes. Además, las creencias de intolerancia a la frustración se relacionan con la procastinación (Harrington, 2005; Psyrdellis & Justel, 2017). Cabe resaltar que Begoña et al. (2018) indican que la réplica de resultados en diferentes países sugiere que los mecanismos involucrados en estas relaciones son independientes a la cultura.

Cabe mencionar que entre las limitaciones del presente estudio se encuentra el procedimiento de recolección de datos, al trabajar con encuestas en línea, las limitaciones de la investigación realizada mediante cuestionarios de autoinforme se incrementan, por ejemplo, no hay forma de constatar quien está respondiendo y existe la posibilidad de que la persona no sea sincera al responder los cuestionarios o sus características de edad y fecha de nacimiento, que se tomaron como base para clasificar los grupos generacionales. Asimismo, el muestreo realizado con el método de bola de nieve, no permite generalizar los resultados, debido a que las características de la muestra pudieran no ser representativas de cada grupo generacional, existiendo la posibilidad de que si otra persona hubiera difundido la encuesta se podría haber llegado a grupos con características diferentes, que impactaran en los resultados encontrados. Es así que se hace necesario replicar el estudio. Además, se considera como limitación la falta de una muestra de personas pertenecientes a las generaciones Tradicionalista y Centennials, enfatizando la necesidad de realizar investigación que incluya a la generación más joven. Por lo que se sugiere para futuras investigaciones realizar una comparación, al menos entre las generaciones Millennials y Centennials.

Finalmente, se concluye que existen diferencias en la tolerancia a la frustración, que pueden ser atribuibles a las características de cada generación y no tanto a la edad, madurez o experiencia. Sin embargo, este hallazgo deberá confirmarse o refutarse en futuras investigaciones.

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